La diputada e integrante del intergrupo Carmen Navarro ha participado en un viaje de estudio a Senegal junto con diputadas/os de Bélgica, Benin, Camerún, Finlandia, Costa de Marfil, Portugal, Suiza, Togo y Reino Unido. Tras esta acción, organizada por el Foro Parlamentario Europeo, nos cuenta sus impresiones:

Ante una situación injusta como la que viven las mujeres africanas, el mundo debe reaccionar; y aunque queda un gran camino por recorrer, afortunadamente son muchas las ocasiones en las que los países más desarrollados lo hacen.

Es cierto que no siempre es fácil entrar en una sociedad de profundas raíces y convicciones en la que la mujer no es dueña de su sexualidad y desgraciadamente en buena parte de los casos ni siquiera es dueña de sí misma. Aún se practica en algunas zonas la mutilación genital y los matrimonios infantiles. Por otra parte, la negativa al uso de métodos anticonceptivos por creencias religiosas, o el sometimiento a las decisiones del patriarca o del Iman de la comunidad, están a la orden del día.

 Recientemente he tenido la oportunidad de hacer un viaje de estudio a Senegal como miembro del Intergrupo Parlamentario Español sobre Población, Desarrollo y Salud Reproductiva. Además de compartir experiencias con parlamentarios europeos y africanos, he podido escuchar a la sociedad civil y a los gobernantes y sobre todo he tenido la oportunidad de visitar zonas rurales y vivir de cerca la realidad de esas mujeres y niñas que sufren la lejanía de la ciudad, de la cultura, de la sanidad, del conocimiento, de la información, o lo que es lo mismo, la lejanía de su libertad personal y por supuesto sexual y reproductiva. 

 Aun siendo impactantes las imágenes que me quedaron en la retina, de esas personas que recorrían kilómetros cargadas de bebés para recibir asistencia, de los ojos infantiles de mirada penetrante, de los hospitales gestionados por auténticos héroes y heroínas entregados a sanar, cuidar y dignificar la vida de esas mujeres y de sus hijos, hubo otro momento del viaje que me dio bastante que pensar.

 Todos los miembros de la delegación visitamos el campus universitario de Cheikh Anta Diop University, en el que se respira vida y juventud desde que pones un pie en su interior hasta que sales de él: los jóvenes africanos son tan exuberantes como la naturaleza de su país, florecen y maduran a una gran velocidad, sus ganas de aprender se manifiestan en todos los sentidos. Los que tienen la fortuna de poder ir a estudiar, viven en una gran ciudad universitaria donde chicos y chicas comparten las 24 horas del día dentro y fuera de las aulas y donde sería una hipocresía no querer ver que las relaciones sexuales son una realidad inevitable.

 Es cierto que en esta universidad cuentan con una asociación que presta ayuda e información en lo que a salud sexual y reproductiva se refiere, pero también lo es que el trabajo en esos lugares se debe intensificar con campañas informativas específicas y con atención de carácter institucional. Creer que por separar en distintos edificios a chicos de chicas se acabará con embarazos no deseados, con madres muy jóvenes cuya formación y cuya vida quedará truncada, es como pensar que se puede poner una mecha encendida en un polvorín y no estallará.

 En la actualidad las adolescentes senegalesas contribuyen en un 9% a la fecundidad total, dándose el 42% de los embarazos en mujeres entre 15 y 24 años. Ante esta situación se hace urgente actuar con ayuda material pero también con información. Una mujer  senegalesa informada es la mejor arma para esta batalla, ellas se revelan como grandes luchadoras pero necesitan recursos y herramientas para ganar. 

 La cooperación internacional es una de las más potentes herramientas para los pueblos del mundo que necesitan despegar, pero no es la única. Pudimos ver los efectos positivos de contactar y convencer a los líderes religiosos y familiares de la necesidad de una planificación sexual, ya que tanto Imanes como matriarcas influyen en la población con gran efectividad.

 Para llegar a la autonomía y a la libertad, el mejor camino es el respeto a una sociedad de sólidas raíces y costumbres que debe evolucionar desde dentro, pero toda ayuda internacional es poca y en ella debemos volcarnos para que los principios de igualdad y  de solidaridad sean lo antes posible una realidad.

Publicado el 8 octubre, jueves, 2015

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